martes, 18 de septiembre de 2007

Centro Cultural Nordeste, Chaco, 2004. Espacio de arte El Mariscal, Corrientes, 2004.


"Ejército del Gauchito Gil", acrílico, 100cm x 100cm, 2004.


"Iemanja", acrílico, 100cm x 100cm, 2004.



El Arte en el País
Desde Chaco
por Gustavo Insaurralde para Arte al Día, octubre 2004.

Las tres personas se titula la muestra de Juan Batalla y Daniel Barreto que pudo verse en Resistencia-

y ahora se encuentra en el Café El Mariscal, de Corrientes. Una producción donde se conjuga tanto el lenguaje propio del trabajo individual como así también una singular obra realizada en conjunto.

Daniel Barreto (1966) rescata el prodigioso mundo de las devociones populares signado por el misterio articulado entre la religión y el folclore. Así, aparecen la Difunta Correa, el Gauchito Gil y más recientemente, San la Muerte.

Cada pintura recrea un altar, ese lugar donde se mezclan el sentimiento de desamparo cotidiano y la esperanzada búsqueda de protección, lo que también puede leerse como la necesidad de crear y creer.

Cada obra refleja la idiosincrasia que envuelve a la ceremonia popular retratada revalorizando los elementos de la devoción -mantel y velas, flores y santuario- en una ofrenda artística con notable atracción estética. Su atenta observación logra extraer una visión lírica del hecho místico recreado desde la veneración artística, como un absoluto y definitivo ritual regido por la imaginación.

Con una paleta estridente, propia de estos fervores, DB se ha propuesto indagar la singular fuerza del realismo mágico que definen la adoración de ciertos mitos religiosos en una intensa introspección de los personajes, abordados desde una contemplación por momentos signada por una devota complicidad.

Juan Batalla (1967) desarrolla una obra que explora la sensualidad del caucho a través de paisajes abstractos donde la composición se convierte en elemento determinante. El hallazgo no sólo es atractivo por su contundencia, sino porque es coherente con el pensamiento tanto poético como narrativo de un artista, que supo elaborar una expresión con el rigor de la búsqueda estética.

Cada cuadro construye una atmósfera misteriosa a partir de pequeños trozos de gomas -rescatadas del abandono- que se superponen y entretejen formaciones, con armonía y fuerza. De esta manera, el artista elabora una superficie centrada en la tensión de la uniformidad cromática y matérica, acercándose al minimalismo conceptual capaz de insinuar una abstracción mística sugerida por el formato mismo.

Con una calidad infrecuente, la producción de JB resulta un patrón original que recorre la superficie meticulosamente ejecutada, donde se ordenan formas geométricas en estructuras lineales creando módulos de llamativa intensidad visual. El orden claramente sucesivo y la terminante primacía de los elementos austeros crean una dimensión subyugante que otorgan a las obras una particular vibración. Por momentos, todo incita al tacto imaginando una lectura Braille de los cuadros, más aún teniendo en cuenta la oscuridad signada por la ausencia del color respetando la uniformidad del negro elemento utilizado.

La tridimensionalidad reelaborada en un espacio habitualmente bidimensional resulta una sutil metáfora ilusoria donde de la realidad y la imaginación confluyen en una síntesis exacta de extraña permanencia a través del tiempo y la distancia.

BA-BA concentra la obra de ambos en la elaboración y registro fotográfico de una producción reunida en el libro Salvavidas (Editorial Argentina) de la colección Arte Brujo.

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