viernes, 7 de noviembre de 2008

EROTICAMÍSTCA - MASOTTATORRES arte contemporáneo

México 459 - Masottatorres arte contemporáneo

vidriera de Masottatorres

"Alfombras blíblico-sádicas" - Dany Barreto

"Alfombra bíblico-sádica"
85cm x 102cm - técnica: hojas de Biblia y de "Filosofía en el tocador" del Marques de Sade, plástico y madera - 2008

detalle de "Alfombra bíblico-sádica"

Eroticamística por Damián Masotta, Noviembre 2008

Proponer hacer arte con temática erótica es una redundancia. Eros es el impulso vital humano y el hecho artístico está absolutamente traspasado por esa realidad. Establecer como meta decir algo sobre el campo místico-espiritual del hombre pareciera también estar en relación directa con las redes de sentido que el arte sabe tender. Investigar las relaciones posibles, los cruces, los antagonismos históricos de las miradas, los puntos en común, y encontrar nuevos pliegues de realidad entre nuestro eros y la dimensión mística del hombre, es una tarea llena de dificultades reales. Conceptos tales como alma y cuerpo, bueno y malo, cielo y tierra, sexo y espíritu, sano y enfermo, hombre y mujer, gay o heterosexual, Dios y hombre, son todos limitadores culturales de nuestra percepción, de nuestra mirada del cosmos, del ser humano y de nosotros mismos como sujetos. Pero sin embargo en ellos nos movemos, somos y existimos: la palabra nos sujeta a un mundo.

EROTICAMISTICA plantea un desafío que está en relación con pensar al artista como alguien que tiene qué decir sobre los núcleos existenciales humanos, se ha invitado a doce artistas plásticos a hacer poesía, a decir lo suyo. Como en otras épocas aquí hay un tema a trabajar, se les ha pedido que hagan obra temática, poetizar dentro de un campo de pensamiento y sentir, auscultarse e investigar como parte del proceso artístico ha sido parte del camino de creación. Siempre lo es.

Hay líneas de acción en esta propuesta que presentamos hoy: si los artistas visuales tradicionalmente se caracterizan por realizar un trabajo de tipo mental donde involucran su cuerpo en la medida de lo necesario a la hora de hacer la obra, aquí en muchos casos los cuerpos fueron incluídos de manera mucho más fuerte. Hay en todas las obras algo en común: una fuerza primitiva, natural, casi salvaje y a veces brutal. Espacios sugestivos de color, de selva, rincones llenos de adrenalina o de lugares explícitos para estar y sentirnos. Son ámbitos, son climas que nos sumergen en estados, nos remiten racional e irracionalmente a redes de sentidos que oscilan entre muchos puntos.

Increíblemente van apareciendo respuestas que podemos interpretar, como los ciegos de León Ferrari que leen la biblia sin saber lo que tocan estamos acercándonos a la piel pasando por estados de iluminación, y llegamos a ellos porque los pelos se nos erizan, porque hay agua y jugos que nos chorrean, así la obra de Dolores May destila violentamente su rojo sangre entre el agua que en rito privado/sagrado la purifica. Se van encendiendo velas y también nuestros sentidos. Nuestra piel como en la obra del latir primordial, centrípeto y potente de Juan Batalla , también late.

Existen múltiples puntas, quizás sólo intuidas por los artistas pero que en el montaje común se arman como un mecano simbólico-mágico que impone un “estar” determinado. La fuerza vital del eros en el gran Príapo de Marcelo Bordese parece eyacularnos a todos con las flores del bien y del mal, del hombre y la mujer, de sanos y enfermos. El mundo de lo erótico y el mundo espiritual o místico en ninguna de las obras se presenta como un espacio de tranquilidad tántrica o de éxtasis paralizante. La Fiesta del mosquito de Duilio Pierri , donde los personajes están aislados en su orgía absoluta y no nos han mandado invitación, pero con quienes nos podemos convertir en mirones que disfrutan queriendo estar ahí pero no estando, es una prueba. La sutileza de la eroticidad y el mundo mágico femenino está en las muñecas de sanación de Anabel Vanoni que nos perturban con su mirada buscadora, nos invitan, no nos dejan pasar sin relacionarnos con ellas, son sirenas de salud que tienen fuerza de atracción, somos curados si somos mirados, siempre somos sanados si somos tocados. Como ese gauchito Gil de Emilio Reato que ofrece su corazón a la virgen cristiana que estática da la espalda al campo de muertos, la pareja que pareciera caminar hacia la vida es tímida, silenciosa como de gente del interior, su eros es mas pétreo, se lo intuye de pampa y cielo, pocas palabras y acciones que se sienten. No hay posibilidades de no participar, el eros y el espíritu son así: exigen que nos metamos, exigen que nos dejemos tomar.

La fiesta continúa con los paisajes para echarse, meditar o hacer el amor. Maggie De Koenisgberg creó un campo sensual para embarazarnos, es imposible no preñarse allí, es el campo de la fecundidad, contemplar el cielo echados en su selva es enroscarse también en una lucha a muerte –el sexo y la vida son así- con las fuerzas desconocidas de lo misterioso. La biblia y el marqués de Sade se entrecruzan como piernas de amantes en la propuesta de Dany Barreto : antagonistas o amigos, puntas de un mismo hilo existencial, mas allá de una y de otra obra literaria se han creado estereotipos históricos, moldes que dicen que la una representa cierta moral y el otro habla de otras. El asunto es seguramente más complejo y profundo y la realidad está más cerca de esa lectura intercalada que el artista sostiene en sus cajas acrílicas a modo de un viejo códice guardado con dedicación. En las piezas de Ignacio Sosa somos observadores de un recorrido de placer, a fuerza de pinceladas bien puestas donde la modelo gime, se retuerce y finalmente es tomada por la luz, inevitablemente la luz que une pintura, erótica y mística. Miguel Ronsino arranca desde abajo con un clima, irrumpe en explosiones atómicas de color, la poeta y la mística se encuentra con su amado ¿el buscado o el buscador?, no lo sabemos. Es posible que no importe la respuesta porque ya estamos metidos en su éxtasis, el remolino nos ha atrapado, el color se hace jugo de amor. Es la ley del eros, es la regla de la búsqueda mística: si entrás, participás, si no lo hacés, nunca vas a entender. Si caben dudas de la eroticidad espiritual de la pintura, Miguel se expone haciéndola en la pantalla, junto a su obra. Son ventanas, son capas de realidades que nos linkean a diferentes sitios. David Bowie y su androginia, el mundo digital, están ahí porque Ana Montecucco deliró su espiritualidad y están los que se exponen a ser mirados después de transfigurarse/montarse, son cientos, son miles, son ellas, son ellos, son ell@s, todos son David Bowie hombre-mujer que viene a seducir y salvar. La música se siente sin escuchar, los sordos también pueden vibrar, los ciegos pueden ver, los rengos caminar y los impotentes vuelven a hacer el amor.

Hay otros invitados a la fiesta que también hablan desde las paredes, varios poetas contemporáneos y la cita de una mística hindú. Es una muestra de poesía, los artistas visuales son poetas y los poetas que escriben nos alimentan con imágenes abiertas, nos ayudan a dialogar entrelazando estados, tejiendo conexiones, atravesando las mentes. Son otras obras entremezcladas entre las pinturas, las fotos y las instalaciones, sin literalismos o intentos de relacionamiento directo con ninguna de ellas. Como toda obra artística, intentan decirnos, llevarnos de viaje, pasearnos por la piel y los sentidos, movilizar nuestra mente y quizás, hacernos alcanzar el goce.